De la obra social a la responsabilidad empresarial de los bancos
La Obra social, a través de la cual las cajas de ahorro retornan a la sociedad parte de los beneficios obtenidos con la actividad comercial, es algo que, hasta ahora, ha venido caracterizando a dichas entidades, diferenciándolas del resto de sociedades mercantiles y de las instituciones bancarias.
A menudo, las cajas de ahorro ofrecen una proximidad al ciudadano, que las distingue de los bancos, y su obra social es la que legitima más todavía dicha proximidad, a través de sus servicios de utilidad social, ya sean un club de jubilados, una biblioteca pública o una sala de exposiciones.
La decisión tomada por "la Caixa", la centenaria entidad de ahorro catalana de la estrella azul de Joan Miró, cuyo presidente preside, a su vez, la confederación de las cajas españolas, consistente en ejercer proximamente su actividad a través del nuevo banco CaixaBank, con el fin de acometer los desafíos que presenta el complejo entorno financiero actual y de futuro, abre una nueva perspectiva para el conjunto del sector y de sus obras sociales.
Las cajas han superado la fase de fusiones y ahora es muy probable que sigan la senda de la bancarización abierta esta semana por la Caixa que fundó hace 107 años Francesc Moragas i Barret.
Nada garantiza la continuidad de la obra social
Si bien la Caixa se ha apresurado a manifestar la voluntad de preservar su Obra social, a través de la Fundació la Caixa, no sabemos si, en su conjunto, las cajas de ahorro, que puedan seguir la senda marcada por la catalana, conviertiéndose en entidades bancarias, mantendrán o fomentarán las obras sociales que han venido sosteniendo y promocionando hasta ahora y que tan buenos resultados han dado en su colaboración y apoyo a las entidades de iniciativa social, sin ánimo de lucro, en tan diversos sectores sociales y culturales, como son los de la atención a la tercera edad, las personas con discapacidad, los jóvenes y otros sectores.
Seguramente, los nuevos bancos, surgidos de las cajas de ahorro, optarán por desarrollar actuaciones de responsabilidad social corporativa, como cualquier empresa, aunque similares, inicialmente, a la de las obras sociales. Pero no será ya la regulación normativa quién se lo exija. La responsabilidad social acreditada de muchas de dichas cajas hace pensar que inicialmente puedan seguir una política social de empresa, similar a la de su etapa como cajas. Pero nada garantiza su continuidad.
El resto, sobre el grado de responsabilidad social corporativa de los bancos en su transformación desde cajas de ahorro, lo deberán tener en cuenta sus clientes y su entorno social, en general.
Atentos deberemos estar a esta nueva etapa, en la que se presume una disminución de las obras sociales.
Josep Arenas
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