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Josep Arenas / Comunicación Social

Justicia social con los menores, los más pobres

Leía en el domingo en La Vanguardia el obituario que Adolfo S. Ruiz hacía de Ángela-María Téllez Girón, Grande de España, aristócrata, Duquesa de Osuna, en el que recordaba que, al contraer doña Ángela-María su primer matrimonio, su madre ordenó que se repartieran 5.000 comidas entre los pobres de Sevilla y otras 5.000 en el pueblo cordobés de Espejo.

En un plis-plas recordé que había estado analizando los programas electorales de las distintas formaciones que habían alcanzado representación en mi municipio (Argentona, Barcelona) y había constatado que, desde distintas ideologías y posiciones, había coincidencia en “la ayuda a las familias más desfavorecidas”.

Quienes no tienen para dar de comer a sus hijos, o de vestir, están presentes en los programas de los distintos partidos. Claro. Pero las diferencias están en el cómo se resuelven estas cuestiones. Puede ser desde la justicia social, desde la solidaridad. O desde la caridad… El enfoque y la eficacia serán diferentes.

Viendo el estudio Infancia, pobreza y crisis económica, de la colección de Estudios sociales de “la Caixa”, publicado el viernes, pude destacar que: “Uno de cada tres niños vive por debajo del umbral de la pobreza y uno de cada 10 es pobre severo, es decir, su familia subsiste con menos de un tercio de la renta media.”  Nos encontramos, por lo tanto con que los menores de 17 años constituyen el grupo de edad en el que se da un porcentaje más alto de pobreza.

Los expertos apuntan soluciones. Señalan, en dicho estudio, que: “Con 1.000 euros anuales por menor en los hogares que actualmente se consideran pobres se conseguiría sacar a 400.000 niños de la pobreza”. Sería una gran medida de justicia social y se estima que: “Esta ayuda representaría aproximadamente el 0,9% del gasto social”.

De conseguirse, habríamos pasado de las buenas obras de la aristocracia a la solidaridad y el reconocimiento de los derechos básicos de todos y para todos en algo tan esencial y elemental como es sentarse a la mesa.

Josep

Las soluciones no tienen partido: sirven o no sirven

Son pocos los ayuntamientos que han obtenido mayorías absolutas, por lo que los pactos que se están cociendo estos días son muy necesarios. Algunos partidos buscan las coincidencias programáticas con otros. Incluso se comprometen a evaluar su futura acción de gobierno, mediante el uso de indicadores y a  someter los resultados de dicha evaluación al electorado. Una tarea nada fácil, aunque muy loable y conveniente.

A raíz de las elecciones municipales, el profesor Niño Becerra, decía ayer en Rac1, que los políticos, sea cual sea su color,  suelen excederse en el debate ideológico, en el que cada uno suele quedarse con su opinión de partida, mientras subrayaba que deberían basar mucho más sus decisiones en los resultados de estudios fiables basados en el contraste con la realidad, es decir en el análisis de los datos empíricos.

Efectivamente. Más allá de las declaraciones programáticas de los partidos, hoy en liza para alcanzar una u otra alcaldía,  las soluciones no tienen un partido propio. Las soluciones: sirven o no sirven. Por lo tanto el reto de quienes se disponen a gobernar durante los próximos cuatro años, consiste en ser capaces de demostrar que las medidas que tomen dan soluciones a los problemas que sus ciudadanos tienen planteados.

De ahí el compromiso necesario de los gobiernos locales con la definición de objetivos, la cuantificación de resultados a través de indicadores y el sometimiento de éstos a la valoración por la ciudadanía. Eso es transparencia.

Josep

Los efectos y consecuencias de la disminución de ingresos

El número de hogares que no pueden permitirse sustituir los muebles estropeados o viejos alcanza, en 2014, el 41,3 por ciento. Hay un 16,9 por ciento de personas mayores de 16 años que no pueden gastar una pequeña cantidad de dinero en sí mismos cada semana.

Un 11,8 por ciento tampoco pueden permitirse reunirse con amigos o familiares para comer o tomar algo al menos una vez al mes. Los hogares en los que viven niños que no pueden permitirse distintas necesidades educativas o de ocio son el 10,4 por ciento. Un 6,5 % de los hogares en los que viven niños no pueden permitirse disponer de ropa nueva para ellos.

Éstos y otros datos que nos ofrece hoy el Instituto Nacional de Estadística, relativos a 2014, corroboran las apreciaciones que solemos hacer en nuestro entorno, cuando vemos la disminución de ingresos de tantas familias y sus efectos y consecuencias, mientras las televisiones del régimen intentan apabullarnos con los mensajes oficiales sobre la salida de la crisis.

Josep

Independencia y sapos

El martes escuché al presidente catalán, Artur Mas, que, en la presentación del candidato de su partido a la Paeria, en Lleida, le decía, aconsejándole: "En mi ya dilatada experiencia política he tenido que aprender a tragarme sapos".

El día anterior, lunes, el mismo presidente, había declarado durante cinco largas horas en el Parlament, en la comisión de investigación sobre el fraude y la corrupción y en particular sobre el caso Pujol: "Me puedo equivocar, porque no conozco el origen, pero mi apuesta rotunda es que esto es privado. Y no tiene que ver ni conmigo, ni con el Gobierno que presido", sentenció.

Esta misma semana hemos sabido que, una de cada cinco personas dependientes, que se encontraba en lista de espera porque tenía un grado de dependencia suficiente, murió antes de ser atendida.

Es cierto que en estos momentos, de cada 100 euros gastados en atenciones a la dependencia, 63 euros los aportan las comunidades; los usuarios aportan 19 euros y la administración central, sólo 18 euros.

La aportación de los usuarios es, pues, ya superior a la del gobierno central, en una clara perversión de los compromisos de financiación que la misma ley determina, cómo ha denunciado la asociación estatal de Directores y Gerentes de Servicios Sociales, en el informe con el que ha hecho públicos los datos de 2014.

El sistema de la dependencia hace aguas. Ciertamente. Pero quienes están al frente del gobierno se tendrían que dar cuenta de que quién realmente se traga los sapos, cada día, son los más débiles, los dependientes y sus familias. Uno de cada cinco muere antes de haber recibido atención.

Quizás nos dirán que de esto tampoco sabían nada. Que "no tiene que ver conmigo ni con el gobierno que presido". Quizás esperarán a hacer un comisión de investigación en el Parlament, sobre la atención a la dependencia, sobre el incumplimiento de las leyes, sobre dichas responsabilidades, cuando se mueran la mitad o más de los que ahora están en lista de espera.

Mientras tanto seguirán haciéndole tragar el sapo diariamente a los dependientes, a sus familiares, a todos los demás. O les invitarán a ser personas no-dependientes: independientes.

Josep Arenas

España a la cola de la justicia social

Los niveles de justicia social han decrecido en los últimos años en la mayoría de los estados de la UE por culpa de la crisis, pero la situación ha evolucionado de forma particularmente negativa en España y otros países del sur del continente. España se sitúa en la posición 21 sobre un total de 28, por detrás incluso de países con un nivel de renta inferior. Los primeros lugares corresponden a Suecia y Finlandia.

Esta clasificación ha sido elaborada por la fundación alemana Bertelsmann, a partir de 35 criterios, entre los que se incluye el índice de pobreza, la tasa de paro, el desequilibrio generacional, la no discriminación, los resultados educativos y los servicios de salud.

El informe subraya como "el desequilibrio entre los estados prósperos del norte de Europa y muchos países del sur y sudoeste de Europa se ha intensificado", e insiste en que "en los países más afectados por la crisis no ha sido posible aplicar los recortes de una forma equilibrada".

Desequilibrio entre generaciones

El análisis es muy crítico con el creciente desequilibrio entre generaciones. Según los resultados, los jóvenes sufren mucho más la injusticia social que los mayores: "El 28% de los niños y jóvenes se ven amenazados por la pobreza o la exclusión social en toda la UE, un dato significativamente superior al del 2009", subraya el estudio. Por el contrario, la pobreza en la tercera edad ha bajado en muchos casos.

"La creciente brecha entre países y entre generaciones puede conducir a tensiones y a una considerable pérdida de confianza. Si el desequilibrio dura mucho o aumenta aún más, el futuro del proyecto de integración europea se verá amenazada", destaca Jörg Dräger, miembro del consejo de la fundación.

Con respecto a un estudio similar efectuado en el 2007, aunque con menos países, España ha sido superada por Polonia, Eslovaquia y Portugal. Entre las principales razones de los malos resultados se encuentran el aumento de la pobreza -especialmente entre los jóvenes- y la alta tasa de desempleo juvenil, así como los importantes recortes en el sistema de seguridad social y en áreas como la educación y la investigación, "todas ellas relevantes para el futuro", subraya la fundación Bertelsmann.

Crecimiento y formación e innovación

"España debe hacer todo lo posible para mejorar las oportunidades, en particular de los jóvenes -recomienda el informe. Una de las vías es una reforma de la formación profesional, ya que la tasa de desempleo juvenil no solo se debe a razones económicas sino también a estructurales: hay una discrepancia entre los resultados del sistema educativo y las necesidades reales del mercado laboral". En general, España necesita un modelo económico y de crecimiento "que esté firmemente comprometido con la educación y la innovación".

Aunque Bulgaria, Rumanía y Grecia suelen ocupar los últimos lugares en los diferentes capítulos, España es la peor en el de abandono escolar y la segunda peor en diversos aspectos sobre paro (tasa general, juvenil, facilidad de acceso al mercado...).

Mientras tanto la propaganda oficial trata de vender al ciudadano de a pie grandes logros en materia económica y que estamos saliendo de la crisis. La mentira por sistema, desde el gobierno. Debería de caérseles la cara de vergüenza, pero están la mar de satisfechos.

Josep Arenas

Europa y los cangrejos

El Consejo Europeo adoptó en 2010 la llamada Estrategia Europea para el empleo y el crecimiento 2020 (EE 2020). El objetivo era el de promover, prioritariamente, la inserción laboral, la integración social y la lucha contra la pobreza, así como la inversión en educación y formación permanente de los ciudadanos europeos, entre otros aspectos.

En la campaña electoral, a la que hemos asistido estos días, echamos de menos evaluaciones adecuadas de las políticas propuestas desde Europa, partiendo de datos reales: ya sea en educación, ocupación, índices de pobreza, consumos energéticos y repercusión climática, o en investigación y desarrollo…

Según el citado documento EE 2020, al finalizar la presente década, la Unión Europea debería haber restado 20 millones de ciudadanos en situación de riesgo de pobreza o exclusión social. Sin embargo, el dato que conocemos, a través de Eurostat, es que la Unión, lejos de avanzar en la minoración de la pobreza, ha sumado ya 9 millones de ciudadanos en dicha situación de riesgo.

En este aspecto España ha incrementado esa tasa, de un 24,5 % al 28,2 %, situándose por encima de la media continental que es del 24,8 %. Consiguientemente está contribuyendo a lastrar enormemente el objetivo europeo propuesto. Mientras la Unión Europea ha añadido un 1,7 % de media, España ha hecho crecer su media en casi cinco puntos…

Mientras tanto países como Alemania, Suecia o los Países Bajos han aprovechado lo que llevamos de década para disminuir sus índices de pobreza. Francia, nuestro vecino, se maneja con una tasa general del 19,1%, y los índices menores los encontramos en Austria, con un 18,5 % y en la República Checa con un 15,4%.

Igual que con los índices de pobreza, podemos analizar los progresos obtenidos en inserción laboral o en educación, basándonos en datos estadísticos oficiales, y obtendremos, así mismo, un alto nivel de regresión debido al paro, al fracaso escolar o a la inadecuación de la mano de obra…

Los objetivos de crecimiento "inteligente, sostenible e integrador" de la EE 2020 son adecuados. Pero el camino seguido, por nuestro país, para alcanzarlos parece el de los cangrejos.

Este domingo, día 25, los ciudadanos tienen la palabra.

Josep Arenas

Impacto de las medidas de austeridad

Impacto de las medidas de austeridad

El impacto social de las medidas de austeridad, llevadas a cabo por el gobierno, nos ha conducido a las siguientes metas:

  1. Los menores. España es el segundo país europeo con mayor pobreza infantil, después de Rumania. Tres de cada diez menores de 18 años corren riesgo de pobreza. Como consecuencia, también ocupamos el primer puesto en abandono escolar prematuro, que es practicado por uno de cada cuatro menores. El doble de la media europea.
  2. Los mayores. Es otro de los sectores de población especialmente afectado por la crisis. La pobreza afecta ya al 11 por ciento  de las personas mayores. En 2008 afectaba solamente al 7 por ciento. Aún así, en muchos hogares son las pensiones de los abuelos los únicos ingresos de la familia.
  3. Los demás. Entre los menores y los mayores está la población edad de trabajar que, como sabemos, se ve afectada por el índice de paro más alto de Europa. A ello hay que agregar que un 12% de la población española que trabaja no gana suficiente para escapar de la pobreza.

Así nos hemos convertido en una de las sociedades más desiguales del viejo continente, en la que las prestaciones sociales disminuyen y los impuestos indirectos aumentan. Todo ello contribuye al empobrecimiento.

Los síntomas de nuestra incapacidad para solucionar los problemas y generar crecimiento se manifiestan en situaciones dramáticas como el aumento de los trastornos depresivos, los problemas con el alcohol y los suicidios.

Los afectados por la pobreza son trece millones de ciudadanos españoles,  según Cáritas.

Deberíamos ponernos de acuerdo en exigir su rescate.

Josep Arenas

La lluvia no sabe llover

La lluvia no sabe llover

Hoy me he levantado y, como cada día, he podido limpiarme los dientes, ducharme y lavarme con agua caliente, afeitarme, utilizar el baño... Todo, con total normalidad. Solamente he necesitado hacer el gesto, casi inconsciente, de abrir el grifo.

Lavarse las manos, con frecuencia, con agua y jabón, es uno de los hábitos que más enfermedades previene. Y, no hacerlo es causa de muchas dolencias, evitables.

Tal vez, la mayoría de los que vivimos en ese lado del planeta no valoramos suficientemente el agua de la que disfrutamos. Porque, como es sabido, nunca llueve a gusto de todos.

Al meu país la pluja no sap ploure:

o plou poc o plou massa;

si plou poc és la sequera,

si plou massa és la catàstrofe.

Así canta Raimon. Siempre recuerdo esa canción cuando escucho historias de sequías o de catástrofes, ocasionadas por el agua o por su escasez. Unos tanto y otros tan poco. La lluvia no sabe llover.

Es fácil imaginar la cantidad de enfermedades ocasionadas por la falta de agua corriente si tenemos en cuenta que hay 2.500 millones de personas en el mundo que no disponen de letrinas.

Sabemos que la falta de acceso al agua corriente es causa de casi tres millones de muertes cada año. Tal día como hoy se estima que ocho mil niños morirán debido a la falta de saneamiento e higiene, por falta de agua. Y, mañana. Y, todos los días.

En todo el mundo, las personas que no tienen acceso al agua potable son más de 760 millones. El 40 por ciento de ellas vive en el África Subsahariana

El acceso al agua y al saneamiento es una cuestión de dignidad. De equidad. Es un derecho de todo ser humano.

La falta de reconocimiento efectivo de este derecho es una realidad que me ha dejado atónito esta mañana del Día mundial del Agua, y casi se me atraganta el desayuno, mientras apreciaba las cifras terribles de la catástrofe que supone para tantas personas, ofrecidas por la Cruz y la Media Luna Roja Internacionales.

Pero la lluvia, no sólo no saber llover, sino que cae sobre mojado, ya que: la ayuda oficial al desarrollo (AOD) al África Subsahariana se ha reducido, en España, en un 80 por ciento al pasar de 1.080 millones de euros en 2008 a 200 millones en 2012, según explica el presidente de Oxfam Intermón en Cataluña.

Una reducción en nuestro presupuesto de cooperación que sin duda habrá repercutido en un aumento de la mortalidad.

Josep Arenas

El Teatro, esperanza en la agenda social

El Teatro, esperanza en la agenda social

El próximo día 27 de marzo se celebra, como cada año, el Día Mundial del Teatro, en el que la comunidad teatral internacional difunde un mensaje que, este año, ha sido encargado al dramaturgo, escenógrafo y artista plástico sudafricano Brett Bailey.

Bailey nos invita a no apartar las artes escénicas de las agendas sociales y a crear un mundo de esperanza y colaboración. El mensaje del Día Mundial de Teatro 2014, dice así:

 

Donde quiera que haya sociedad humana, el irreprimible Espíritu de la Representación se manifiesta.

Bajo los árboles de pequeñas aldeas y sobre sofisticados escenarios en grandes metrópolis; en salones de actos de colegios y en campos y en templos; en suburbios, en plazas públicas, en centros cívicos y en los subsuelos de las ciudades, la gente se reúne en comunión en torno a los efímeros mundos teatrales que creamos para expresar nuestra complejidad humana, nuestra diversidad, nuestra vulnerabilidad, en carne y hueso, aliento y voz.

Nos reunimos para llorar y para recordar; para reír y contemplar; para aprender, afirmar e imaginar. Para maravillarnos ante la destreza técnica, y para encarnar dioses. Para dejarnos sin respiración ante nuestra capacidad de belleza, compasión y monstruosidad. Vamos para llenarnos de energía y poder. Para celebrar la riqueza de nuestras diferentes culturas, y para hacer desaparecer las barreras que nos dividen.

Donde quiera que haya sociedad humana, el irreprimible Espíritu de la Representación se manifiesta. Nacido de la comunidad, lleva puestas las máscaras y vestimentas de nuestras distintas tradiciones. Utiliza nuestras lenguas, ritmos y gestos, y abre un espacio entre nosotros.

Y nosotros, los artistas que trabajamos con este antiguo espíritu, nos sentimos impulsados a canalizarlo a través de nuestros corazones, nuestras ideas y nuestros cuerpos para revelar nuestras realidades en toda su cotidianeidad y su rutilante misterio.

Pero en esta época en la que tantos millones de personas luchan por sobrevivir, sufren bajo regímenes opresivos y el capitalismo depredador, huyen del conflicto y la escasez; en la que nuestra privacidad es invadida por servicios secretos y nuestras palabras censuradas por gobiernos intrusivos; en la que se aniquilan los bosques, se exterminan especies y se envenenan los océanos: ¿Qué nos sentimos impulsados a revelar?

En este mundo de poder desigual, en el que distintos órdenes hegemónicos intentan convencernos de que una nación, una raza, un género, una preferencia sexual, una religión, una ideología, un marco cultural es superior al resto, ¿se puede realmente defender la idea de que las artes deberían apartarse de las agendas sociales?

Nosotros, los artistas de escenarios y ágoras, ¿nos conformamos con las demandas asépticas del mercado, o utilizamos el poder que tenemos: para abrir un espacio en los corazones y las mentes de la sociedad, para reunir gente a nuestro alrededor, para inspirar, maravillar e informar, y para crear un mundo de esperanza y colaboración sincera?

Los enemigos del pueblo

Los casos de corrupción son tan numerosos y de tal envergadura que el ciudadano llega a sentirse abrumado y fatigado. Incluso se desentiende de su seguimiento ya que, por su complejidad, se le hace casi imposible. Salvo que, por su proximidad o por el conocimiento personal de los afectados, mantengan el interés suficiente para persistir.

He seguido estos días el caso de (presunta) corrupción en el Concello de Santiago de Compostela, donde el gobierno municipal cesó y marginó a dos funcionarios, el secretario y la interventora, por defender la legalidad en sus informes, con el objetivo de hacer las concesiones que pretendía a la empresa suministradora del agua por procedimientos presuntamente ilegales y con intereses presuntamente espurios.

Así se deduce del sumario que ha abierto un juzgado de Lugo en el que aparecen las transcripciones de las conversaciones telefónicas mantenidas por los presuntos implicados en la trama corrupta: concejales del ayuntamiento, gestores de la empresa de aguas, cargos del partido popular, cargos de la Xunta…

Una vez más, tenemos la versión actual de Un enemigo del Pueblo, la obra de Ibsen, que narra la historia del doctor Thomas Stockmann, el director médico de un balneario en una pequeña ciudad, en la que el centro medicinal vertebra, directa o indirectamente, toda la actividad económica de la población, y sus habitantes dependen de su buen funcionamiento para mantener el creciente nivel de bienestar en el que viven desde que abrió.

Stockmann, como científico riguroso, descubre, haciendo unos análisis, que las aguas, que han hecho famoso su balneario, están contaminadas. No duda ni un momento en que su obligación es la de hacer público el descubrimiento para poner en marcha las medidas que solucionen el problema.

Los poderes fácticos convierten al doctor en un enemigo del pueblo. Le hacen pagar un precio muy alto. No quieren oír su informe. No quieren ver la realidad. No quieren que se conozca que el agua del balneario amenaza la salud de sus usuarios, con todas las consecuencias que de ello se derivan.

Ayer vi la obra de Ibsen en el Teatre Lliure (Un enemic del poble), en versión libre de Juan Mayorga y Miguel del Arco, en la que el doctor Stockmann antepone el compromiso con la verdad a cualquier otro interés, propio o ajeno. La esencia de la obra, escrita en el siglo XIX, se mantiene, con una total vigencia y actualidad.

La tendencia de la democracia a derivar en demagogia, sigue presente. El sacrificio de la verdad y del individuo, en aras del triunfo de los intereses particulares, disfrazados de intereses de estado, no es algo que haya pasado a la historia.

Casos de presunta corrupción los podemos seguir, si queremos comprobar cuál es el estado de nuestra democracia y quiénes son hoy verdaderamente los enemigos del pueblo. Ejemplos, los tenemos a mano, aunque los grandes medios, que también pactan con el poder, como en la obra de Ibsen, se hagan poco eco de ellos.

Josep Arenas

Enlaces: Concello de Santiago de Compostela, juzgado de Lugo

Pasos adelante

Jordi, el encargado del bar en el que suelo tomar café por la mañana, pontificaba, el otro día, que “según dicen por la tele, en un par de años, habremos superado la crisis económica”. Bueno, no es extraño que, como Jordi, muchos quieran ver el vaso antes lleno que vacío. Pero no hay que confundir los deseos con la realidad.

Para ello, nada mejor que los datos. Sí. Datos, puros y duros. Podremos hablar de superación de la crisis cuando el índice de paro se mida con una sola cifra, es decir, porque sea inferior al 10 por ciento. No como ahora, que supera el 26.

Podremos hablar de mejoras sociales cuando se atiendan los compromisos con los más débiles, con las personas dependientes. No como ahora, que, además de haberse congelado las pensiones, da la impresión de que sufrimos un desmantelamiento calculado de la atención a personas en situación de dependencia.

La ley, conocida como de la dependencia, pretendía tres cosas. Ante todo, garantizar un derecho social: el apoyo necesario a personas en situación de fragilidad, ya fuera por razón de edad o de discapacidad. Además, liberaba de buena parte de la carga a familiares, especialmente, a las mujeres de la familia, con mayor medida, aunque no debería ser así. Y por último, representaba un sistema de protección social que generaba miles de puestos de trabajo.

En los últimos años solamente hemos visto recortes, retrasos en la concesión de las prestaciones, o aplazamiento de los derechos reconocidos en la ley.

Cuando los datos sobre la atención a las personas dependientes entonen un sentido positivo, las pensiones no pierdan poder adquisitivo y el paro esté en una cifra razonable, podremos ser optimistas y decir que estamos dando pasos hacia adelante. A pesar de “lo que dicen por la tele”.

JA

Suprimir medidas inútiles

Un grupo de médicos de familia de Tarragona, han descubierto que la bronquitis aguda, esa que provoca tos y expectoración, se cura sola. Y que, a pesar de que muchos se empeñan en medicarse, los medicamentos ni la mejoran ni la abrevian. Es más. Si se trata con antibióticos, el resultado es bastante perjudicial para el sistema inmunológico. Es algo que yo creo que muchos ya pensaban o intuían. Ahora esos médicos lo han demostrado y publicado en la revista científica British Medical Journal.

La noticia me ha llevado a pensar en cuántas medidas toman autoridades diversas, tantas veces, con resultados inútiles y cuántos recursos se desperdician. Eso, cuando no le resultan perjudiciales, directamente, al ciudadano al que se pretende atender o proteger.

Sin ir más lejos, ayer, Jaime, que es pensionista, al que suelo visitar, me enseñaba una carta que había recibido. Era de la ministra de trabajo del gobierno de España. Ahí es . Dos hojas impresas por las dos caras. En cuatricromía. Todo, para comunicarle que su pensión mensual había aumentado, ni más ni menos, que en la impresionante cantidad de un euro y diecisiete céntimos. Cuánto gasto inútil, he pensado.

Estoy plenamente convencido de la necesidad de tener informado al ciudadano. Pero muchos cargos públicos, y en este caso la ministra, confunden la información al ciudadano, con la utilización de los recursos públicos a mayor honra y gloria personal suya o partidista. Todo tiene una medida adecuada, proporcionada. El coste de la carta a Jaime supera seguramente el incremento mensual que le anuncian, del irrisorio 0,25 por ciento. 

Le he dicho a Jaime que me parecía una mofa y le he invitado a tomar un café, por el que me han cobrado 1,20 euros. Más que toda su revalorización mensual.

Mejor sería que nuestros cargos electos dedicaran parte de su trabajo y de los recursos que administran a pensar en todas aquellas medidas inútiles que deberían suprimir.

 Josep Arenas

Erosión de los derechos sociales

El informe anual del defensor del pueblo catalán, el Síndic de Greuges, del 2013, subraya una “clara evidencia de la erosión de los derechos sociales” durante el último año que  ha comportado un aumento de las quejas que le han sido presentadas.

Según ha explicado hoy su titular Rafael Ribó, en la presentación de su informe correspondiente al año pasado, cuatro de cada diez quejas tramitadas corresponden a temas sociales.

El defensor ha citado como causas del progresivo deterioro de los derechos sociales: las rebajas en la ley de Dependencia, la eliminación de la renta básica de emancipación, la modificación del cobro de la renta mínima de inserción –en Cataluña-, los desahucios y la gestión de las preferentes por parte de las entidades bancarias.

Estos son los principales problemas sociales, trasladados por los ciudadanos y ciudadanas –el 55% han sido presentadas por mujeres- en las 13.354 quejas y actuaciones de oficio ha que ha tramitado la institución durante el año 2013 y que representan un 6,7 por ciento más que en el año anterior o un 32% más si tomamos como referencia el año 2010.

Un testimonio que llega puntual, el del Síndic, de la involución que estamos sufriendo no sólo en derechos y libertades cívicas, sino también en el terreno social.

J

Carácter servicial

2014. Llegó. Buenos deseos. Sinceros.

Me preguntaba qué personaje me había impresionado más positivamente en 2013. Y elegí, sin dudarlo, al papa Francisco.

Ha tenido gestos muy reveladores. Su primer viaje le llevó a la isla de Lampedusa, portal de la inmigración, donde llegan quiénes se juegan la vida por encontrar un empleo y a quiénes no se les reconoce ningún derecho.

Francisco viste simplemente. Emplea un tono de voz completamente diferente. Ha introducido cambios en el protocolo. Al principio me preguntaba si esos detalles y gestos responderían realmente a un cambio de actitud.

Creo que sí. Coincido con el teólogo Hans Küng quien, en declaraciones al semanario alemán Der Spiegel, considera que se trata de un cambio de paradigma.

“Con este papa vemos emerger de nuevo el carácter servicial del cargo papal”, ha expresado.

Francisco hace continuamente una llamada a una Iglesia pobre. Él quiere que los sacerdotes salgan de la iglesia y traten con las personas.

Qué magnífico ejemplo para todos. En especial para los políticos de nuestro país, para tantos, de quiénes echamos de menos el gesto, la actitud, el ejemplo, el acercamiento, el escuchar de verdad al ciudadano de a pie.

Hoy es día de buenos deseos: que emerja el carácter servicial de todos los servidores públicos.

Claridad, asunto político

El jueves saltaba la noticia de que iban a aumentar el recibo de la luz, entre un once y un trece por ciento, en enero. El viernes la comisión de la Competencia anulaba la subasta del día anterior a causa de que en ella concurrieron "circunstancias atípicas" que motivaban el desmesurado aumento. El miércoles, el ministro del ramo había asegurado que la luz subiría un dos por ciento.

Al parecer existe un déficit en las empresas eléctricas, que acumulan una deuda de unos treinta mil millones de euros, que los consumidores y usuarios deberemos pagar en los próximos quince años. En cualquier caso, el efecto negativo de la deuda será doble. Puesto que el encarecimiento de la energía impide que la economía pueda ser competitiva, y, por otra parte, se deprecian los salarios. Se limita la demanda interna y caen las exportaciones. Y sigue la rueda del paro.

Este es un problema de las eléctricas, pero es sobre todo un gran y grave problema político que no han querido afrontar los sucesivos gobiernos. La reforma energética. Deben explicitar las prioridades del país. No, los negocios de unos cuántos. Y ya es hora de que lo hagan, y de que digan la verdad.

Ciudadanos y consumidores vivimos en un país, dotado de una administración de justicia más preocupada por el "derecho al honor" de la clase política que por el derecho cívico de que, tanto los políticos como las empresas, no le mientan al ciudadano. El índice de dimisiones de representantes públicos debe ser de los más bajos del mundo homologable.

Mientras tanto, miles de hogares no pueden encender ni siquiera la calefacción como consecuencia de su situación de pobreza, "pobreza energética", dicen. Cáritas de Barcelona, por ejemplo, ha tenido que atender, en este año que está finalizando, un 7% más de casos que en 2012 y un 15% más de los que atendía en 2010.

Éstos son indicadores, más bien, de los déficits de calidad política en los que nos movemos. Es necesario encender la luz de la claridad: un asunto claramente político.

JAP

Un cambio de actitudes

No se me hicieron largos los 146 minutos que dura la película Una familia de Tokio. La obra, dirigida por Yoji Yamada (2013), describe magistralmente el viaje a la capital japonesa de un matrimonio de personas mayores que anhela reencontrarse con sus hijos. El viaje de los padres, del pueblo a la ciudad, pone ante el espectador una disección de la sociedad urbana nipona que, al igual que la nuestra, está dominada por el egoísmo y por las prisas.

Una familia de Tokio refleja esa sociedad en la cual todo es fugaz, incluso los sentimientos y las relaciones familiares. De tal manera que las personas mayores pueden acabar sintiéndose un estorbo, a pesar de haber sido las principales creadoras de sabiduría e incluso de riqueza material de la que disfrutamos. La visita que los padres hacen a sus hijos puede acabar siendo un viaje hacia la soledad o el recuerdo. El film proyecta una visión de la desolación en la que pueden caer las familias, atrapadas por la prisa y el egoísmo, hacia los seres más próximos.

Ahora la gente vive más años, la población envejece y esto hace que las personas mayores sean más vulnerables y vivan solos durante mucho tiempo. Los problemas de soledad y de falta de comunicación y de apoyo que se derivan de esta realidad, difícilmente se podrán corregir mediante leyes, aunque éstas ayuden y sean necesarias. Valga un ejemplo. El derecho civil catalán ha adoptado algunas medidas, bastante avanzadas en el contexto europeo, tales como la posibilidad de desheredar, incluso, a los hijos, privándoles de la legítima, cuando hay una carencia manifiesta y continuada de relación familiar.

Sin embargo, a pesar de las previsiones protectoras de algunas leyes, que se adaptan mejor a las exigencias de los tiempos actuales y futuros, nos hace falta, a menudo, un gran cambio social en las actitudes personales que va mucho más allá de las obligaciones y las previsiones legales. Se trata de un profundo cambio cultural, de valores, de actitudes y de conciencia. Esta película nos enfrenta, con toda efectividad, con esta realidad.

JAP

Aquí no pasa nada

Se acerca la Navidad. Los días de mayor consumo. Ara ve Nadal, / matarem el gall / i a la tia Pepa / li’n donarem un tall. Mataremos el gallo, canta el villancico.

Me he preguntado cuántas familias pueden comer pollo, carne o pescado -si no gallo-, por lo menos un par de días por semana. Y, pueden sufragar la calefacción de su vivienda, a la vez que se hacen cargo de los gastos de hipoteca, alquiler y recibos habituales, incluidos los gastos imprevistos, mientras tienen y mantienen su automóvil, su televisor, su teléfono y lavadora. Las familias que cumplen estas condiciones formarían parte de la clase media y escaparían de la pobreza, según los expertos.

Pues bien, las familias tienen más dificultades para llegar a fin de mes ahora que cinco años atrás. Sólo un 52,1% asegura que llegan a final de mes “con cierta facilidad”. En 2008 el grueso de la ciudadanía que iba tirando era del 56,3%. O sea que se ha reducido en un 4,2%. De manera que, actualmente, el 16,9% de las familias llega a final de mes “con mucha dificultad”, el 19,7%, “con dificultad”, mientras que el 28,3% lo hacen “con cierta dificultad”. Los datos los he hallado en la  Encuesta de condiciones de vida 2013, del INE.

A pesar de los cantos de sirena sobre la marcha de la economía, el paro sigue por encima del 26%, se ha producido una devaluación interna y está aumentando escandalosamente el precio de suministros básicos como el gas o la electricidad.

Durante bastante tiempo continuaremos siendo más pobres, nuestros jóvenes seguirán emigrando a Alemania, tendremos que pagar parte de los servicios públicos que hasta ahora eran gratuitos y deberemos ahorrar más si queremos tener una pensión digna para la jubilación.

Pero aquí no pasa nada. La economía va bien. Banqueros y políticos desfilan por los juzgados declarando que no son responsables de nada. Y hasta el desastre del Prestige queda en la impunidad. Llega la Navidad. Fum, fum, fum.

JAP

Salir de la isla

El pasado fin de semana estuve en Portugal, en Oporto, donde el domingo se celebraron las elecciones municipales, las “autárquicas”. Comentando, el sábado, con un taxista, sobre cómo se presentaba la contienda, me decía que él no iría a votar, a la vez que se quejaba de que estaba harto de tanto trabajar para nada. “La otra noche estuve trabajando seis horas para ganar, total, seis u ocho euros”, decía. “Yo voy a comisión, ¿sabe? No merece la pena trabajar tanto para nada”.

El resultado ha sido, como saben, que las elecciones “autárquicas” se han caracterizado por una alta abstención, alrededor del 44%, y por un severo castigo al partido del gobierno de centro derecha, que ha perdido las alcaldías de las ciudades más importantes, varias de las cuales han pasado a manos de los socialistas y de coaliciones de comunistas y verdes.

La situación real de Portugal la vi retratada en una exposición de fotografía, en una antigua cárcel, un edificio transformado en centro cultural, de Oporto. Una de las fotos venía acompañada de esa precisa descripción: “Portugal atraviesa una de las peores crisis de su más reciente historia. El desempleo alcanza niveles antes nunca vistos, el comercio cierra, los servicios se reducen, la ayuda social empieza a formar parte de lo cotidiano de muchas familias, la población envejece, la generación más joven, la más cualificada, sale del país por necesidad y sin voluntad de volver, por no alcanzar o por no identificarse con el Portugal de hoy”.

“Una de las principales diferencias entre Portugal y los demás países en grave situación económica es la vergüenza con que se vive la crisis”, dice el fotógrafo Pedro Nunes, en esa exposición que lleva por título A crise envergonhada. “La nuestra es una crisis de vergüenza, de puertas adentro, y Lisboa es una capital fría, parada en el tiempo, repleta de tiendas vacías, sombras, reflejos y gente cabizbaja”, remata.

A la vuelta, veo que, en Madrid, la Troica, ha dicho que hay que vigilar de cerca a la banca española (la que recibió 39 mil millones para su "saneamiento"). Es la misma Troica que controla el préstamo de 78 billones que le fue concedido a Portugal para superar sus dificultades financieras y que “Sólo le ha traído austeridad y más austeridad, resultando un país sumergido en desempleo, pobreza y la desesperación, sin final a la vista”, en opinión de la fotógrafa Patricia de Melo Moreira.

Mi vuelta coincide también con la presentación, por el gobierno español, de unos presupuestos que se caracterizan por la bajada del poder adquisitivo de los pensionistas y de las prestaciones a los parados y a las personas dependientes. Con una inflación prevista del 1,5 %, subir las pensiones solamente un 0,25%, significará una pérdida de poder adquisitivo de millones de personas, como mínimo del 1,25%. Por poner un ejemplo.

El diario portugués Público aparecía el domingo con el siguiente titular de portada: “La pobreza, una isla de la que no se sale”. Países, de la misma península, deberíamos mirarnos más a menudo, sin vergüenza alguna, para saber qué es lo que nos está pasando y cuáles son las verdaderas salidas. En lugar de mirar hacia otro lado.

JAP

La gota malaya de cada día

El Estado del Bienestar ha tenido, durante los años posteriores a la segunda gran guerra, la función de distribuir la riqueza a través de políticas fiscales con el objetivo de equilibrar, en la medida de lo posible, las desigualdades sociales y económicas.

Últimamente se nos está vendiendo, desde las más altas instancias, el mensaje de que los ciudadanos deberemos crear soluciones –de forma individual o a través de organizaciones de la sociedad civil-  para preservar nuestras pensiones, nuestra salud y para cuidar de nosotros mismos y de nuestros familiares en caso de dependencia o de discapacidad.

Recortar, ser austero y adelgazar el sector público: son las máximas que vienen propagando, como el rayo que no cesa, gobiernos de países que habían sido ejemplos de estados del bienestar.

Mientras tanto, el 25 por ciento de los ciudadanos españoles será pobre en 2025, si todo sigue igual, es decir, si los gobiernos no abandonan dichas medidas de austeridad y recortes, según Intermon Oxfam.

Leo en el Boletín Oficial del Estado que a partir del próximo día 1 de octubre, enfermos crónicos y graves deberán pagar determinados fármacos para tratamientos de cáncer, leucemia o de hepatitis.

La gota malaya de cada día. Cada día, más personas son más pobres. Cada día, más pobres están más desprotegidos ¿Para cuando los gobiernos nos ofrecerán como prioridad política, social y económica de sus programas, los derechos de las personas?

JAP

Transparencia y revolución ética

La crisis nos está sirviendo para poner de manifiesto el elevado grado de corrupción y el rechazo de la ciudadanía sobre tantos casos, llámense Bárcenas, Eres, Palau o un larguísimo etcétera. El barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas señala que la corrupción es el segundo problema que afecta a los ciudadanos, después del paro, con un 32,5 % y antes incluso que los problemas económicos.

La situación escandalosa a la que se ha llegado en algunas administraciones públicas, en algunos partidos políticos y en algunas entidades bancarias, reclama una auténtica revolución cultural que ofrezca a los ciudadanos garantías de buen gobierno en el sector público, de comportamiento ético de las instituciones y de transparencia y cumplimiento de las normas.

Mientras las exigencias ciudadanas contra los recortes y a favor de la trasparencia se multiplican por doquier, las instituciones públicas tienen marcado el camino a seguir, hacia una transformación de la cultura de lo público que permita la recuperación de la confianza ciudadana en dichas instituciones y en los partidos políticos.

Esta revolución ética para la recuperación de la confianza ciudadana en la gestión de los servicios públicos no será posible sin un alto grado de compromiso de las cúpulas de los partidos y de las administraciones públicas. Un compromiso que garantice la transparencia y el cumplimiento de las normas de buen gobierno.

La recuperación de la confianza en el sector público solamente es posible si la transparencia penetra en todos los rincones de las administraciones públicas. Sólo si, partiendo de un compromiso y un ejemplo de los responsables y directivos, los ciudadanos pueden comprobar documentalmente los objetivos de los programas públicos, el grado de cumplimiento de las políticas y los programas formulados, a través de indicadores adecuados, sus costes, el rendimiento del personal asignado y su eficacia.

En las circunstancias actuales de escasez de recursos, debemos aprovechar el momento, no solamente para salir del paso de la exigencia ciudadana, sino para establecer las bases de una revolución que garantice el comportamiento ético de todo el sector público. Sólo así iniciaremos la recuperación del valor principal que el país necesita: la confianza en el sector público y en sus representantes.

Josep Arenas