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Josep Arenas / Comunicación Social

Disfrutando de los bares sin humo

DESDE hace un mes vivo disfrutando de que no haya humo en los bares, restaurantes o salas de fiesta, a los que voy. El pasado lunes vi como retiraban montones las colillas en unos enormes ceniceros a la entrada de un gran recinto hospitalario de Barcelona. Cuando entré en el dispensario, el profesional que iba a atenderme estaba fumando. Al poco, me di cuenta de que se trataba de un cigarrillo electrónico y que, lo que parecía humo, era vapor de agua. Dicen que los proveedores de estufas exteriores no dan abasto de la cantidad de pedidos que tienen para terrazas de cafeterías y demás. He visto que han diseñado nuevos modelos de ceniceros para los exteriores de locales en los que no se permite fumar. Soy de los que me alegro de la movida. En los telediarios no hago más que ver entrevistas a empresarios de hostelería que se quejan de que la llamada ley antitabaco les va a arruinar el negocio. No será para tanto, pienso. También tendrán nuevos clientes que antes huían de la perspectiva de tener que llevar toda la ropa a la tintorería.

Recuerdo haber escuchado, en la Universidad, en los años 80, frases justificativas en defensa del hábito, en asambleas llenas de humo, tales como “fumar es de izquierdas”. Todo pasa. Todo cambia. Negar hoy los efectos nocivos del tabaco, tanto para la salud de la persona fumadora como para las que están en su entorno es negar una evidencia científica. Por ello,  que la prevención y el tratamiento del tabaquismo sea una prioridad, no es algo reservado solamente a la OMS, sino que ya va formando parte de la cultura social de 2011. No en vano el tabaquismo es la primera causa de muerte prevenible en España, ya que según datos epidemiológicos oficiales es la causa de 151 de cada mil muertes, a la que seguirían 15 muertes atribuibles a los accidentes de tráfico y 4 al sida, entre las situaciones que se pueden prever.

EL GRAN RETO que tienen las administraciones sanitarias es ahora el de facilitar ayuda a quiénes quieran dejar el hábito. Dejar de fumar es posible. Difícil, pero posible. Requiere una gran voluntad. Podría haber hasta tres millones de ciudadanos que este año intentaran dejar de fumar en España, entre los 12 millones de fumadores que se estima que hay. Parches, chicles, comprimidos, medicamentos especiales, cigarrillos electrónicos, hipnosis, acupuntura: son recursos a los que acuden muchos fumadores empedernidos para salirse de los peligros del consumo. Un producto cada vez más caro, el tabaco, que es capaz de originar hasta 29 enfermedades, entre las que se encuentran 10 tipos de cáncer –en especial el de pulmón- y más del 50% de las enfermedades cardiovasculares.

No cabe duda de que estamos hablando de una droga, socialmente aceptada, cuya adicción requiere, para abandonarla, de una gran motivación y de un adecuado tratamiento y apoyo social, y que tendrá que contar con los peligros de la recaída. Los expertos aseguran que el 55% de los que inician un tratamiento,  consigue abandonar el hábito, aunque solo un 30% consigue no recaer.

También escuché a Miguel Bosé que, preguntado sobre la nueva ley, en la tele gallega, abogaba por la supresión de la venta de tabaco: “Si es tan malo –decía- ¿Por qué lo venden? Que no lo vendan; que se atrevan”. Al respecto añadiré que, según datos del ministerio de Hacienda, en 2008, el Estado ingresó, por la venta de tabaco, 9.266 millones de euros. Los gastos atribuibles, en ese mismo año, a las consecuencias del tabaquismo, fueron de 14.710 millones de euros, según Sanidad. Pues, menudo negocio. El estado perdió 5.444 millones de euros, sólo en términos monetarios.

Es decir, dejar de fumar resulta rentable desde la perspectiva de la promoción de la salud, pero además es simplemente rentable para todos y para el estado.

Pero, de entrada el estado, las administraciones sanitarias, tendrán que desembolsar 3.400 millones de euros para dar salida a la demanda de quiénes quieren realizar el tratamiento para dejar de fumar. Todo tiene sus costes. Hay que elegir.

Josep Arenas

 

 

1 comentario

eva -

Me alegro que todavia haya gente que vaya tanto a bares , restaurantes o salas de fiesta.Me alegro de que las Salas de fiesta sean locales de uso frecuente para privilegiados con humor y dinero , por supuesto con empleo supongo ???. Y por supuesto es mejor que sean estos locales sanos , sin humos , yo defiendo la ley que pueden disfrutar los que frecuentan bares , restaurantes y salas de fiesta . Enhorabuena a ellos / ellas