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Josep Arenas / Comunicación Social

La formación, la asignatura pendiente de un pacto

SIEMPRE nos han asegurado que somos los ciudadanos quiénes examinamos a los políticos, cuando somos llamados a las urnas.

Ahora hemos sabido que, igual que los niños no vienen de París, quién les examina no es otra que la canciller Angela Merkel. Menos mal que le ha dicho a Zapatero que España había hecho los deberes. Que progresa adecuadamente. Asignatura, superada.

Hubo foto en la Moncloa dándose la mano, todos-a-una-como-en-Fuenteovejuna, sindicatos, patronales y gobierno, tras el pacto de pensiones, del empleo y de la negociación colectiva e incluso de la energía. Un acuerdo social en el que, a diferencia de aquel lejano Pacto de la Moncloa de la transición, los protagonistas no han sido las fuerzas políticas, sino el gobierno y los agentes sociales.

Entre las fuerzas políticas, y en particular entre los dos partidos que más representantes  tienen en el Congreso, hubo un momento, durante esta legislatura, en el que pareció que podía haber un pacto importante. Era el pacto sobre la formación. Lo propiciaba el ministro Gabilondo y pareció que a él se iban a sumar los populares de don Mariano. Pero, no. Todo quedó en agua de borrajas.

La Formación, con mayúscula, me sigue preocupando. Porque coincido en que “es el principal problema que tiene este país”, como afirma Miquel Valls, el presidente de las cámaras de comercio catalanas.

Efectivamente. La recuperación de los más de cuatro millones de puestos de trabajo no solamente será lenta, sino que “los puestos de trabajo que tendremos en el futuro no serán los mismos que hemos tenido durante los últimos 15 o 20 años”, como bien dice. Por lo tanto, quienes quieran acceder a ellos, se tendrán que reciclar, porque serán necesarios otros conocimientos y otras habilidades, para desempeñar los puestos que se creen. Menudo problema, el de la formación, con el que tenemos que lidiar.

El presidente del gobierno saca pecho, esta semana, después de muchos meses. Precisamente por eso es bueno recordarle cómo tenemos los deberes de la formación. Veamos. 

En Europa preocupa el fracaso escolar, porque los jóvenes que no terminan la enseñanza obligatoria son el 14,4%. ¿Qué sucede en España? Pues que los menores de 16 años que abandonan los estudios antes de tiempo, se elevan al 31,2%. Nada menos. En consecuencia, un tercio de la población juvenil de este país se halla en serio riesgo de paro o de malvivir de ayudas sociales.

Arrastramos el farolillo rojo de la Unión de los 27. Estamos situados en la misma división que Portugal, y sólo superados por Turquía y Malta. ¿Porqué? Entre otras muchas causas, porque durante el boom inmobiliario, muchos jóvenes abandonaron sus estudios atraídos por los salarios que ofrecían la construcción, la hostelería y el turismo. Todo era muy fácil y parecía eterno. Ahora se encuentran sin empleo. Y,  lo que es peor, sin formación.

El objetivo europeo consiste en lograr que la media de abandono escolar se sitúe por debajo del 10%. Para España, alcanzar esta cifra significaría jugar en zona Champions. Antes hay que abandonar la zona de descenso y escalar muchas posiciones en la tabla, ya que, al igual que en el paro, nuestros índices de partida son estratosféricamente elevados. Más del doble de la media europea.

Recuperar el prestigio de la enseñanza. Conseguir itinerarios alternativos a la enseñanza obligatoria, en la formación profesional, la formación de adultos, la formación ocupacional y la formación continua. Y, sobretodo, conseguir que los jóvenes, después de sus ciclos formativos, encuentren trabajo. Todo eso, pensando en que cada vez va a haber menos empleos para mano de obra poco cualificada. Esos son los objetivos en los que se deben emplear las fuerzas políticas y sociales.

Es necesario un gran acuerdo político y social que facilite un futuro más esperanzador a los jóvenes. Nos conviene a todos. Entre otras cosas, para prevenir los costes sociales que se derivan del fracaso escolar y de no insertarse laboralmente. Por si fuera poco.

Con el permiso de la "canciller europea" Angela Merkel y del "vicecanciller" Sarkozy, claro.

Josep Arenas

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