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Josep Arenas / Comunicación Social

Justicia y garantía de los derechos

Parece que nos dirigimos hacia el colapso definitivo del sistema de bienestar, cuando, semana tras semana, se nos anuncian nuevos recortes en la sanidad y los medicamentos, la educación, las pensiones, el acceso a la vivienda o en los servicios sociales y de atención a las personas con dependencia. Importantes organizaciones no gubernamentales han venido señalando, esta semana, que “España corre el riesgo de perder tres generaciones de bienestar, derechos sociales y democracia, de continuar la política actual de recortes y austeridad”.

Organizaciones como Intermon Oxfam, Caritas e incluso otras vinculadas a los jesuitas, ante la constatación de que "las recetas que se están aplicando en España solo van a incrementar el desempleo, la pobreza y la desigualdad", sugieren tres líneas de cambio en el modelo de desarrollo necesario para garantizar los derechos fundamentales de las personas y su bienestar.

Estas propuestas consisten básicamente en conseguir: en primer lugar, un sistema recaudatorio más justo que permita destinar recursos a la lucha contra la pobreza y al mantenimiento de los derechos sociales; establecer, seguidamente, un férreo blindaje que impida cualquier paso atrás en estas políticas sociales; y, en tercer lugar, reclaman una regeneración democrática, que permita una mayor transparencia y control de las instituciones publicas.

Uno todavía se sorprende de que sean estos movimientos y organizaciones alternativas y solidarias, y no las instancias propiamente políticas, quienes tomen la iniciativa ante la gran injusticia que supone la pasividad ante el hambre, la enfermedad, la soledad o la exclusión, cuando lo que se necesita son respuestas inmediatas. Todavía diría más: la gran injusticia es hoy la pasividad y la dimisión del Estado del bienestar. Mientras la ciudadanía reacciona indignada, adopta una conciencia extraordinariamente positiva y promueve múltiples iniciativas solidarias, muchas administraciones dimiten de sus obligaciones de atención a los más necesitados y débiles.

Si queremos evitar el colapso definitivo del sistema de bienestar, las medidas a tomar son políticas y exigen una transformación radical de los partidos políticos, de sus programas sociales y de sus líderes. Es necesario que estos incorporen el conocimiento de la realidad social, el trabajo de campo, y la actitud y los valores que en este momento están mostrando tantos activistas y responsables de organizaciones solidarias.

Necesitamos con urgencia de líderes políticos, que a la vez sean referentes sociales, para fortalecer la actuación del Estado frente a las graves situaciones de necesidad. Justicia y garantía de los derechos constitucionales en lugar de Caridad. Para no volver atrás treinta o cuarenta años. Para que este no sea un país para pobres y para no resquebrajar la paz social.

Josep Arenas

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