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Josep Arenas / Comunicación Social

No es momento de recortar el bienestar

Cuando le han preguntado a Eric Maskin, premio Nobel de Economía en 2007,  si había que recortar el Estado de bienestar, ha dicho: “Hay razones para hacerlo, pero este no es el momento”.

Su argumento es doble. “Primero, porque cortar el gasto público perjudica la recuperación”. Y segundo: “Porque la gente que recibe este gasto es la más vulnerable”.

Este profesor del Instituto de Estudios Avanzados Princenton, ha subrayado, en relación a la crisis, que: “Quienes pagan las consecuencias son precisamente las personas más vulnerables, que son las que reciben las ayudas. No es honesto –ha dicho, durante su reciente visita a  nuestro país- que tengamos que castigarles por los errores cometidos por el gobierno hace años”.

Mientras tanto el Gobierno español ya ha anunciado nuevos recortes. Una vez acontecida la diada electoral catalana de aquí a nueve días, el tijeretazo, destinado a la reducción del déficit público, se dirigirá a las comunidades autónomas, que son las que realizan la mayor parte del gasto social. Si no, al tiempo.

Maskin reconoce que: “A largo plazo no hay más remedio que recortar el Estado de bienestar porque España tiene que equilibrar su presupuesto”. En esta línea resultan oportunas las propuestas presentadas el pasado martes por la Fundación Everis, al frente de las cuales están científicos como Eduardo Punset, ex sindicalistas como José María Fidalgo o ex ministros como Eduardo Serra.

Ellos han presentado la declaración Transforma España, con una visión optimista de la sociedad civil, en la que establecen una serie de retos sobre la transformación necesaria del país y del Estado de bienestar. Entre los retos que señalan, destacamos tres: la definición de un modelo de Estado del bienestar responsable, equilibrado y sostenible; el acercamiento al ciudadano y la  personalización del modelo de bienestar; y, por último,  la corresponsabilidad, entre ciudadanos y administraciones, entre derechos y deberes.

Para lo primero, es necesario garantizar una fiel información y comunicación entre quien define y presta los servicios del Estado del bienestar, por un lado, y quien los usa y los financia, por otro, aunque a menudo ni siquiera sea plenamente consciente de su papel de financiador.

Es el primer paso para un nuevo Estado de bienestar responsable. ¿Qué nos da, por qué, cuanto y cuando lo usamos, a nivel individual o colectivo? Es necesario que seamos conscientes de sus activos, para defender colectivamente las conquistas sociales, conseguidas especialmente durante todo el siglo XX.  

El camino hacia una implicación mayor en el bienestar y en el devenir colectivo, parte de que cada ciudadano ejerza, a la vez y responsablemente, como: depositario de valores, como elector, consumidor, financiador,  trabajador y agente social o cívico que es.

En ese caso, si llegamos a la conclusión de que determinados recortes son necesarios, que sea responsablemente y como manifestación libre de la voluntad colectiva. Para alcanzar mejores resultados y para preservar el ejercicio de los derechos de los más vulnerables.

Josep Arenas

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