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Josep Arenas / Comunicación Social

El humo siega sus vidas

Solamente el 7,4% de la población mundial convive con leyes que limiten el consumo de tabaco. Afortunadamente formamos parte de esta minoría. No solo tenemos una ley que limita la exposición al humo del tabaco, sino que incluso, dentro de cinco semanas, entrará en vigor -fruto de un acuerdo mayoritario- una nueva norma, que procurará una mayor limitación del consumo de tabaco en espacios de uso público, como bares y restaurantes, y en espacios abiertos, como parques infantiles o recintos hospitalarios, como sabemos.

A menudo nos preguntamos si la vigencia de la ley es suficiente para que ésta sea efectiva. Son frecuentes las situaciones en las que las infracciones se producen sin que el infractor resulte ni advertido ni sancionado.  El resultado es negativo para el fumador pasivo, que sigue viéndose obligado a soportar la situación creada por el fumador activo. Ejemplos los hemos vivido todos, seguramente.

Con la nueva norma, más estricta, en el ámbito de aplicación, nada garantiza que la vigilancia sobre su incumplimiento vaya a aumentar. Nadie tiene que estigmatizar a los fumadores, pero sí que las autoridades deben velar escrupulosamente por el cumplimiento de las leyes y en consecuencia por los derechos de los no fumadores,  de quiénes no quieren verse expuestos al humo del tabaco.

A nivel mundial las cifras son  abrumadoras. Una de cada cien muertes que se producen cada año en el mundo está asociada al tabaquismo pasivo y, según el estudio que publica esta semana la revista The Lancet, encargado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), se producen 600.000 muertes en el mundo al año, entre la población de los no fumadores, atribuibles al humo del tabaco ambiental, de las cuales 165.000 corresponden a niños.

Los menores son los más vulnerables. Por dos motivos. En primer lugar porque no tienen la posibilidad de escoger el no estar expuestos al humo  –incluso en el propio hogar donde a veces sus propios padres o familiares fuman-  y, en segundo lugar, porque los daños atribuibles al tabaquismo pasivo son especialmente graves entre los niños, tal como subrayan los autores del estudio.

Entre las causas de muerte, atribuibles al tabaquismo, destacan las que se desencadenan a raíz de enfermedades cardiovasculares, infecciones respiratorias, complicaciones con el asma o por cáncer de pulmón.

Aún cuando la incidencia del tabaquismo pasivo es menor en los países desarrollados -merced a la acción de normas protectoras- que en los países en vías de desarrollo, debemos tener en cuenta, además, que cada año se registran en el mundo un total de 5,1 millones de muertes atribuibles al consumo de tabaco, según datos la OMS.

Solamente una adecuada estrategia educativa para evitar el consumo de tabaco en los hogares que evite la exposición de los niños al humo y, por otra parte, una adecuada aplicación de la normativa vigente y de la que va entrar en vigor en 2011, permitirá evitar muertes, enfermedades como las citadas por el estudio y preservar así la libertad de niños y de adultos que no quieren convertirse en fumadores pasivos.

Y es que, de forma más o menos consciente,  fumadores y no fumadores, saben que el humo no solo, como decía la canción, ciega sus ojos, sino que, tal vez, siega sus vidas. 

Josep Arenas

1 comentario

Mar -

Ya era hora de que saliera una norma así. Los no fumadores la echábamos de menos. No creo que disminuya el número de clientes en los establecimientos de hostelería, como teme el sector. Pienso, que como siempre, los clientes se acostumbrarán a hacer las cosas de otra forma.
Los conflictos en el trabajo entre fumadores y no fumadores, ya son historia y anécdotas del pasado que contar. Menos mal! Ojalá que esto ayudase a los fumadores a fumar un poco menos.