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Josep Arenas / Comunicación Social

Un bienestar sostenible en la globalización

El volumen de negocio de los restaurantes disminuyó alrededor de un cuatro por ciento en 2011 y el sector prevé que seguirá disminuyendo, como mínimo en un 1,5%, durante el presente ejercicio. No sólo constatan que ha bajado el número de visitantes sino también  que se redujo el gasto medio por visitante. Es una consecuencia más de la situación económica y social que estamos viviendo. Bajan salarios, se reducen prestaciones sociales, aumentan las familias sin ingresos, incrementa el colectivo de personas sin empleo. Como consecuencia se reduce el consumo. En los restaurantes, en el comercio, en los servicios. Baja la producción y se reducen empleos. Y, a pesar de los pronósticos de remontada, las perspectivas de creación de puestos de trabajo en 2012 siguen siendo negativas, según reconoce incluso el propio gobierno.

 Ante este diagnóstico de falta de crecimiento, se nos receta austeridad. Pero sólo con austeridad la reactivación económica no aparece. Sin gasto público y con el crédito adormecido hacia las pequeñas y medianas empresas, los ciudadanos están desconcertados con tal medicina, mientras contemplan como los gobernantes tratan de ganar tiempo enviándoles mensajes y medidas para que aguanten y esperen. Así las cosas, las empresas no pueden dar trabajo porque cada vez tienen menos clientes y menos acceso al capital para innovar o reformar. Y el ciudadano de a pie espera que los gobiernos hagan alguna cosa más que recortar los servicios y prestaciones que paga con sus impuestos y cotizaciones para mantener un sistema de bienestar que se apoya en la solidaridad intergeneracional.

Desde luego nadie parece tener la varita mágica y el gran reto de defender el estado del bienestar sigue requiriendo una respuesta adecuada. Dicho en forma de pregunta ¿cómo hacer del estado de bienestar un sistema sostenible en la globalización? O lo que es lo mismo ¿qué aspectos del sistema de bienestar se tienen que preservar como derechos universales y de qué forma se tienen que financiar?

 Para hacer frente a este reto no bastará con las recetas de austeridad que nos proponen los gobiernos de la zona euro que nos invitan a renunciar al consumo, a dejar de ir al restaurante o al cine, para que podamos volver a consumir en un futuro. Habrá que explorar formas de austeridad creativa que permitan mantener lo esencial del estado de bienestar, financiado por los impuestos de quienes los pueden pagar, empezando por las entidades financieras. Habrá que desarrollar formas de austeridad que nos permitan ser más felices y creativos y desarrollar, así mismo, las redes de solidaridad a partir de una cultura creativa.

Debemos explorar nuevos modelos y nuevas formas de emplear el gasto público, particularmente en servicios sociales, en su gestión y en la asignación de prestaciones sociales.

Josep Arenas

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