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Josep Arenas / Comunicación Social

Ética, para la confianza

El desprestigio moral de la clase política está, en estos momentos, casi a la altura del desprestigio del que gozan los banqueros. Es por ello que, desde sensibilidades políticas distintas, muchos ciudadanos reclaman, como objetivo prioritario, recuperar la confianza en los dirigentes políticos y en las instituciones, que ahora está hecha polvo a causa de casos harto conocidos.

El valor de la prima de riesgo, del Ibex o del importe del rescate a la banca, tal vez deje de preocuparnos. Sin embargo quisiéramos conocer, si los hubiera, si suben los índices de honradez, justicia social, profesionalidad, respeto, responsabilidad, servicio público, transparencia y demás principios y valores que deben inspirar la actividad de los responsables políticos e institucionales.

Crecería la confianza, necesaria para abordar colectivamente las grandes dificultades que se derivan de la crisis actual, si observáramos que los responsables políticos adoptan un comportamiento ético: que velan por no causar daños a los demás, respetan la autonomía de las personas y de la sociedad civil o evitan discriminaciones arbitrarias.

La confianza de los ciudadanos se revalorizaría si observáramos que los políticos electos cumplen con sus programas electorales para corresponder a la confianza depositada en ellos; Si cumplieran con el deber de responder de las acciones públicas y asumieran las responsabilidades que de ellas se derivan;  Si supieran escucharse y procuraran acuerdos en temas de interés general; Si supieran rectificar la información que han transmitido cuando no se adecúa a la realidad; Si fueran capaces de revelar las malas prácticas que se producen en el propio partido; Si fueran capaces de respetarse mutuamente la vida privada.

Los drásticos recortes en subvenciones que obligan a grandes reformas a los sindicatos o a las asociaciones de interés social, el endémico problema demográfico de nuestro país, el irreductible paro estructural, el atraso científico en investigación y desarrollo, el ineficiente sistema educativo, el descomunal fraude fiscal, la defensa del estado del bienestar… y toda una retahíla de problemas sociales de nuestro país, exigen unos valores, principios y actitudes éticas sin las cuales no es posible ni avanzar ni convencer.

Solidaridad social, trabajo bien hecho, honradez, respeto, responsabilidad, profesionalidad, servicio público, transparencia, compromiso. Ética, para la confianza. Confianza, para el crecimiento. Crecimiento, para el progreso social.

Josep Arenas

2 comentarios

Francisco Javier del Río Tapias -

Una vez leído atentamente el artículo, me gustaría brevemente puntualizar algunas cuestiones. En primer lugar, creo que la concepción de la política en el mundo occidental es errónea. Los políticos acceden a ésta y ascienden dentro de su partido de forma artera, mediante artimañas varias y luchas intestinas donde lo importante es llegar y no cómo hacerlo. Esto, inevitablemente se refleja en su gobierno cuando llegan a él. Lo importante es el éxito social.
Los principios de honradez, solidaridad, incluso preocupación por los demás, el concepto de compartir, etc. derivan de una educación no sólo familiar sino colectiva. Y esto, desgraciadamente sólo se conseguirá a lo largo de muchos años. Eso no quiere decir que no hagamos nada. Quiere decir que debemos comenzar ya y sin demora pues cuanto antes comencemos, antes conseguiremos llegar a nuestro objetivo. Quizá utopía. Pero la utopía es la que mueve el mundo, porque la utopía es la realidad vestida de ilusión y esperanza.
Por último. Judt habla del concepto de socialdemocracia como aquella que tiende a reducir las desigualdades sociales a través del desarrollo colectivo subsanando las propias deficiencias del sistema. Yo añadiría que debiera de ser aquella que se fundamentara en la pretensión de que éstas, las desigualdades, dejaran de existir porque quizá sólo así minimizaríamos sus consecuencias. Esto en su concepción social. En la concepción democracia, debiera de evitar que el gobierno se basara en la confrontación, tanto de ideas como de actitudes. Pues sólo compartiendo unas y otras se evoluciona coherentemente.

Anónimo -

molt molt bé .