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Josep Arenas / Comunicación Social

Hacia una economía del bien común

Se inyectarán millones de euros para sanear bancos podridos y se recortan dotaciones para los más frágiles que, cada vez más, pasan a engrosar las grandes bolsas de exclusión. Sin embargo todos sabemos que, a más medidas de austeridad, más paro, menos crecimiento, más recesión y quizá más depresión.

Las medidas que toma el gobierno de Rajoy son contrarias a todo lo que había prometido para ganarse la confianza del electorado. De ahí el desconcierto y la causa de la desconfianza que se observa en la sociedad, cada día de forma más extendida.

Ello contribuye al deterioro de las libertades y de las conquistas sociales, por lo que, si no cambiamos de rumbo, acabará perjudicando la democracia y destruyendo el estado de bienestar.

Es necesario resolver la contradicción de valores que existe entre la economía que están desarrollando los poderes políticos y financieros y la economía que creo que debería construir nuestra sociedad, para salir del atolladero.

Es necesario incentivar y premiar una economía que tenga por finalidad el bien común y por lo tanto mantenga los mismos comportamientos y valores que tienen éxito en las relaciones humanas: honestidad, empatía, confianza, estima, cooperación, solidaridad, voluntad de compartir.

El retroceso que estamos viviendo en el sistema económico real actual incluso vulnera el espíritu constitucional. Recordemos sino que la Constitución “proclama su voluntad de garantizar la convivencia democrática (…) conforme al orden económico y social justo” y que “toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere si titularidad está subordinada al interés general” (art. 128) o que “el Estado (…) podrá (…) estimular el crecimiento de la renta y de la riqueza y su más justa distribución” (art. 131). Nos preguntamos dónde quedan estos principios.

Aunque es difícil, con la que está cayendo, es necesario avanzar en un proceso participativo y abierto que permita construir -a partir de valores fundamentales como la confianza, la solidaridad, la voluntad de compartir y el aprecio- una sociedad más democrática en la que las desigualdades de ingresos y de riqueza sean limitadas,  en la que el indicador de éxito económico y social se mida por el bien común obtenido y en la que el dinero sea solamente un medio para dichos objetivos.

Josep Arenas

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