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Josep Arenas / Comunicación Social

Solidaridad ciudadana y responsabilidad pública

La pobreza aumenta. En Europa son 80 millones el total de personas que viven bajo el umbral de la pobreza. De éstas, 30 millones padecen malnutrición. Sin embargo la Unión Europea ha previsto un recorte en los presupuestos comunitarios para el periodo de 2014-2020 que puede minorar en más del 30 % lo que actualmente es distribuido entre los bancos de alimentos para hacer frente a las necesidades más básicas de sustento de personas pobres. Según Eurofoodbank, la federación europea de bancos de alimentos, lo que correspondería sería incrementar el gasto en este tipo de programas para pasar de los 500 millones de euros actuales a los 615, como mínimo. Actualmente cerca de 13 millones de ciudadanos de la UE se benefician de la tarea que articulan los bancos de alimentos, todos los días. Los alimentos procedentes de los fondos comunitarios son vehiculados por los bancos de alimentos existentes en cada comunidad y por la Cruz Roja, que a su vez los distribuyen a las entidades de base, centros sociales, parroquias, comedores comunitarios y escolares. A su vez las entidades de base promueven acciones voluntarias mediante campañas que además de la recogida de alimentos pretenden la información y la sensibilización ciudadana sobre la pobreza existente, no solo en estas fechas sino de manera continuada. Mientras crece el paro y los recortes en prestaciones sociales, crecen también las actitudes solidarias de la ciudadanía para hacer frente a las necesidades más básicas, derivadas de la nueva pobreza. Mientras, varios gobiernos europeos tratan de maquillar la situación al no exponer la situación real que se deriva de creciente nivel de pobreza. Así por ejemplo el gobierno alemán acaba de censurar su propio informe sobre la pobreza del cual ha eliminado frases tales como que “la riqueza está repartida de forma muy desigual” o que las extremas políticas de austeridad “pueden vulnerar la idea de justicia de la población” y “poner en peligro la cohesión social”. Algunos gobernantes, en su torre de marfil, prefieren decir aquello de “El país va bien”. Prueba de que a ellos no les ha alcanzado todavía la crudeza de la crisis y de que no están a la altura de la responsabilidad pública que la situación exige en políticas, servicios y prestaciones públicas que garanticen los más elementales derechos.

Josep Arenas

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